jueves, 21 de junio de 2007

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 Recuerdo bien la miel de tus labios derramada sobre mi pecho…

 Vuelve a nacer la ilusión de la esperanza divina, recobra el espíritu genial de tu buena compañía,

espacios sin límites, sin principio ni fin; escucho los latidos de tu ser,

de la brisa que es testigo de nuestro amor.

Vienes a mí, porque quizás habíamos nacido para compartir nuestros momentos buenos o malos.

 Vuelve esa sonrisa soñadora en cada uno de los instantes, las caricias en nuestro ser nos enjuagan de las imperfecciones que existen a nuestro alrededor, vivir esta vida juntos sin sombras, borrando lo destructivo, recobrando las fuerzas para vivir desde ahora, por siempre…

 


Teresa Lunt