viernes, 22 de septiembre de 2006

Ciudad viva





Camino por una de las avenidas de mi gran ciudad, veo que el cielo se ve reflejado por las luces multicolores, quizá todo es metálico y de concreto, pero caminan millones de almas tratando de encontrar la luz. 


¿Quién podría imaginar que en cualquier instante, de  todos los segundos de nuestra vida, la armonía podría hacerse realidad?


Un cruce de miradas, la candidez, el roce de nuestros cuerpos, que predestinados estaban al encontrarse en el candor en la oscuridad y con el  inicio de un momento, iluminado por la llama de un fuego inextinguible.


 ¿Cuánto deseé encontrarte después de haberte imaginado? llegaste ahora... ¿Emanarías como una Venus en alguno de mis sueños?   Nunca te sentí lejos de mí, porque siempre habías vivido en mi interior.


Desde ahora sentiremos por primera vez las palmas de nuestras manos, la ansiedad y el deseo por abrazarnos, para nutrir las almas con los colores de la esperanza, no dejar escapar ni un segundo de este oasis, un paraíso hecho para reír y sufrir, pero curando este dolor con el amor.


Seremos uno, aunque hace unos instantes creíamos ser los eternos extraños, sabemos cuando el destino ya desde siempre nos había designado un tesoro para la eternidad sólo nosotros en este espacio, esperando al sol en este amanecer, tan juntos en todo momento, en cualquier lugar, de este tan bello universo. 

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